SECUENCIAS. A 14 años de distancia.

By Carlos Rodriguez Bernal
Uno de los axiomas que más se repiten en la arquitectura es cuando los hijos se rebelan contra sus padres y hacen amistad con sus abuelos; es decir, se rebelan contra la generación que les antecede y se acercan a la generación anterior a esta.

Este texto forma parte del catálogo publicado para una muestra de arquitectura en Jalisco realizada en el período comprendido entre 1996 y 2006. Lo que se pretende evaluar, al revisarlo 14 años después, es la vigencia de la hipótesis planteada en aquel momento respecto a la tradición arquitectónica de esta región del Occidente de México.

Uno de los axiomas que más se repiten en la arquitectura es cuando los hijos se rebelan contra sus padres y hacen amistad con sus abuelos; es decir, se rebelan contra la generación que les antecede y se acercan a la generación anterior a esta.

El caso de la arquitectura de Jalisco, y más específicamente, de Guadalajara, no es una excepción. Si miramos la evolución de esta disciplina en esta región del país, podremos encontrar estos puntos en común entre arquitectos separados por tres generaciones. Si bien, es verdad que no son las mismas aproximaciones formales o técnicas, sí que hay una similar actitud respecto al proyecto arquitectónico y las fuentes de las que se nutre, las referencias que lo sustentan.

En su libro “La Historia cuenta”, el historiador mexicano Enrique Krauze plantea cómo la cultura y el poder en México ha oscilado en un péndulo histórico entre tiempos en que las ideas predominantes de la sociedad han sido claramente progresistas y otros conservadoras. En una clasificación muy genérica de la arquitectura de Jalisco desde finales del Siglo XIX hasta nuestros días, podemos ver claramente que las diferentes épocas en que la podemos ordenar corresponden a momentos en que los arquitectos que aquí construyeron o proyectaron han mostrado mayor o menor apertura a influencias y referencias externas, pretendiendo ser vanguardia o modernidad en su momento, o por lo contrario, indagando en sus raíces e identidad. Momentos que se repiten de manera cíclica, a la manera de aquel péndulo histórico que oscila entre miradas hacia afuera y miradas hacia adentro.

Los arquitectos (con título de ingeniero) de los últimos años del Siglo XIX y los primeros del XX buscaron en el eclecticismo y el art decó. La siguiente generación decidió hacer pesquisas sobre sus propias raíces, en especial sobre el vernáculo jalisciense, produciendo una arquitectura regionalista conocida como Escuela Tapatía de Arquitectura. Con la fundación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara y sus primeros egresados se dio paso al período de modernidad tapatía; el estilo internacional y el funcionalismo eran la referencia. Hacia las décadas de los 70s y los 80s hubo un retorno al regionalismo por parte de la siguiente generación. Y a últimas fechas parece ser que la generación actual ha abrazado los aires de globalización que corren por estos días.

En un texto titulado “Ocupaciones: la arquitectura de Guadalajara” publicado en el número 8 de la revista PISO, Juan Palomar hablaba sobre la conexión, necesaria e inevitable, que la arquitectura tiene con la región sobre la cual se levanta, al tiempo que hacia énfasis en cómo lo regional ha perdido terreno frente a la globalización. Hacía un recuento de las escuelas de arquitectura que identificaba: la Escuela Tapatía de Arquitectura con Luis Barragán, Rafael Urzúa, Pedro Castellanos e Ignacio Díaz Morales; la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara con Díaz Morales a la cabeza y el grupo de maestros venidos de la Europa de la posguerra; y la Escuela de Arquitectura del ITESO con Enrique Nafarrate y Salvador de Alba en las décadas de los 60s y los 70s. Concluía planteando una hipótesis sobre la actual ausencia de una escuela de arquitectura vigente y reconocible, entendiendo como escuela aquella cosa que de alguna manera alecciona o da ejemplo y experiencia; es decir, un grupo de arquitectos reconocible con una idea clara de la arquitectura, que la promuevan con tal convicción que se distingan de los demás colegas.

Será cosa de ausencia de ismos actuales o que en realidad no hay movimientos que se distingan y desmarquen hoy en día, pero es verdad que no tenemos un punto de referencia claro en la arquitectura de los últimos años en Jalisco y Guadalajara. No deja de ser paradójico que ante esta falta de una escuela vigente, lo que ha venido a mover nuevamente el péndulo de la arquitectura local hacia una actitud de apertura a referencias e influencias externas haya sido un proyecto sin construir: el Centro JVC y la pléyade de arquitectos que lo diseñaron a finales de los años 90s. Es difícil negar el impacto que ha tenido este proyecto y sus arquitecturas en las generaciones más jóvenes e incluso en la generación actualmente en activo. Es evidente que a partir de esto el discurso de la arquitectura local comenzó a actualizarse. Tal vez se trate de un proceso normal, seguramente todo arquitecto tiene sus propias referencias y las usa, ya sea para buscar afuera o tratar de encontrar adentro.

Siendo así que entonces, la tradición arquitectónica de esta región –acaso la de cualquier región- ha buscado referencias en otras arquitecturas procedentes de otras latitudes. Pasó con el eclecticismo, con el art-decó, con los mismos Barragán, Díaz Morales, Urzúa, Castellanos que importaron una arquitectura mediterránea y la tropicalizaron, pasó con los funcionalistas, pasó con los egresados primeros de la Universidad de Guadalajara, pasó con los neo-regionalistas y sucedió con muchos arquitectos quienes asimilaron el estilo minimal, al que las nuevas generaciones se han adherido sin mayores cuestionamientos.

Aquella muestra de arquitectura contemporánea presentó el escenario reciente de la arquitectura en Jalisco, donde por razones obvias de escala e importancia se hizo especial énfasis en lo sucedido en Guadalajara, exponiendo obra tanto de arquitectos locales, como de otras figuras de la arquitectura nacional e internacional que han construido recientemente en esta región.

La muestra se tituló Secuencias haciendo alusión a su raíz etimológica y su significado de continuidad o sucesión ordenada, y trató sobre ejercicios de repeticiones, reproducciones, reinterpretaciones; trabajando conceptualmente sobre la repetición como estrategia de proyecto. Haciendo referencia al acto de reproducir una cinta o un filme, las obras presentadas fueron organizadas por series, indistintamente de su tipología y escala. Algunas de marcado carácter vanguardista, otras que reproducían arquitecturas buscando referencias en retrospectiva, algunas arquitecturas atemporales en una cierta pausa y aquellas que se reproducían en tiempo real, aquí y para ese momento.

Importamos referencias. La cuestión planteada es cómo hacer ver el hecho de que nuestra tradición arquitectónica en gran medida ha venido dada por esta importación –consiguiendo en algunos casos notables resultados al ser filtrados por el tamiz del propio bagage cultural de estos arquitectos-, de una manera propositiva que pudiera servir para generar, en el mejor de los casos, una reflexión en el espectador y el estudioso de la arquitectura.

Adendum. 14 años después el péndulo parece haberse movido otra vez. Hay un nuevo retorno a los orígenes, en un cierto tipo de regionalismo en el que incluso se pueden apreciar rasgos de un neo-vernaculismo. Está por verse si se trata de una arquitectura estudiada en cuyo proceso de diseño y fundamentación de las ideas existe un genuino y erudito interés por la cultura, el clima, los usos y costumbres locales así como un aprecio por lo artesanal y la aceptación de las imperfecciones y aportaciones de la mano de obra local. O bien, si es que los tiempos se han acortado debido a la inmediatez de la información que disponemos hoy en día y es algo mas parecido a una tendencia que una reflexión. Al tiempo lo veremos.

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